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    Fotoenvejecimiento

    El fotoenvejecimiento de la piel es un proceso de envejecimiento prematuro causado principalmente por la exposición crónica y acumulativa a la radiación ultravioleta (UV) del sol.  

    A diferencia del envejecimiento natural, que ocurre con el tiempo, el fotoenvejecimiento se acelera debido a los efectos dañinos del sol sobre la piel. 

    El sol emite radiaciones UV, que pueden dividirse en dos tipos principales: UVA y UVB. Ambos tipos de radiación pueden dañar la piel, aunque de diferentes maneras.

    La radiación UVB afecta las capas superficiales de la piel, mientras que la radiación UVA penetra más profundamente y puede dañar las fibras de colágeno y elastina. 

    El fotoenvejecimiento se manifiesta en la piel a través de una serie de cambios característicos, que incluyen: 

    • Arrugas y líneas finas: La exposición al sol debilita las fibras de colágeno y elastina en la piel, que son responsables de su elasticidad y firmeza. Como resultado, se forman arrugas y líneas finas, especialmente en áreas expuestas al sol, como la cara, el cuello y las manos. 
    • Manchas solares: La exposición al sol puede provocar la aparición de manchas oscuras en la piel, también conocidas como manchas solares o manchas de la edad. Estas manchas son el resultado de una producción excesiva de melanina, el pigmento responsable del color de la piel, como una respuesta protectora al daño solar. 
    • Pérdida de elasticidad y firmeza: La exposición al sol también puede llevar a una disminución en la producción de colágeno y elastina, lo que resulta en una pérdida de elasticidad y firmeza en la piel. Esto puede hacer que la piel se vea flácida y laxa. 
    • Textura irregular: El fotoenvejecimiento puede causar una textura irregular en la piel, con áreas ásperas, poros dilatados y una apariencia generalmente opaca y sin brillo. 

    Además de los efectos visibles en la piel, la exposición crónica al sol también aumenta el riesgo de desarrollar cáncer de piel, incluyendo el carcinoma de células basales, carcinoma de células escamosas y melanoma. 

    Para prevenir y tratar el fotoenvejecimiento, se recomienda adoptar medidas de protección solar, como: uso de protector solar, limitar la exposición solar, uso de ropa protectora y gafas de sol. 

    Los tratamientos dermatológicos como peelings químicos, terapia con láseres y luz pulsada, microneedling y productos tópicos antioxidantes son necesarios para revertir el daño solar que se acumula año tras año y contrarrestar el fotoenvejecimiento ¡Esto permite tener una piel más sana y joven! 

    Es importante tener en cuenta que la protección solar y los cuidados adecuados de la piel deben practicarse de manera constante para prevenir y reducir los efectos del fotoenvejecimiento. 

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